Muere Quino, creador de Mafalda

Cultura | 30 de Septiembre de 2020 | por: El País

El caricaturista argentino Joaquín Salvador Lavado murió a los 88 años en Mendoza, Argentina, su ciudad natal

Joaquín Salvador Lavado, artísticamente conocido como Quino, falleció en Mendoza Argentina a los 88 años de edad. Según informa el periódico argentino Clarín la causa de la muerte es un accidente cerebrovascular.

El artista argentino falleció en la misma ciudad que residía desde 2017 tras la muerte de su esposa, Alicia Colombo. El nombre de Quino estará ligado para siempre al más famoso de sus personajes: Mafalda; la niña sabia y respondona.

Quino nació el 17 de julio de 1932 en Mendoza, Argentina. Sus padres, eran españoles de Fuengirola (Málaga) y emigraron al país sudamericano en los años treinta. La humilde familia vivió en un círculo algo cerrado, hasta el punto de que el niño Quino habló en andaluz hasta sus primeros seis años.

Joaquín Salvador Lavado quiso ser viñetista. Lo decidió de niño, con tres años, cuando un tío suyo, diseñador gráfico, por entretenerle a él y a sus hermanos empezó a hacerles dibujos. Quedó maravillado con todas las cosas que podían salir de un lápiz. Después estudiaría Bellas Artes en la universidad de Cuyo. No terminó, pero absorbió los conceptos básicos del dibujo y de las proporciones.

 

Nacimiento de Mafalda

 

Un trabajo inicial como dibujante publicitario le condujo a crear a Mafalda en 1962 gracias a unas lavadoras y unos frigoríficos. A Quino le encargaron una publicidad que consistía en elaborar tiras cómicas para los diarios en las que se mostrara en dibujos la vida de una familia que utilizaba los electrodomésticos Mansfield. Y de esa secuencia fonética surgió el nombre de Mafalda.

Los periódicos rechazaron aquella publicidad, porque se confundía con los contenidos propios, y los personajes ideados por Quino para el encargo se quedaron en la recámara. Sin embargo, los recuperó en 1964, ya sin propósito comercial, y así surgió en el periódico porteño Primera plana la tira de más éxito de la historia en lengua española, que después se publicaría en diarios de todo el mundo. Más tarde, los libros que recogían aquellas escenas venderían millones de ejemplares y serían traducidos al francés, al inglés, al japonés, al chino…, a más de 30 idiomas.

Mafalda pasó también al cine, con un largometraje de dibujos animados hecho en Argentina, de 75 minutos, en el cual los personajes reproducían en lenguaje sonoro los escritos que su creador les había dado. Pero a Quino no le satisfizo, porque al salir del estreno oyó que algunos decían: “¡Pero ésa no es la voz de Mafalda!”. Así que la traspasó al cine mudo. Las siguientes experiencias, a cargo del gran Juan Padrón, especialista cubano en animación, ya no tuvieron diálogos. Eran chistes nuevos basados en las escenas mismas. De ese modo, Mafalda ofreció a los espectadores la voz que cada cual le hubiera imaginado. De aquella pandilla (Manolito, Susanita, Libertad, Guille…), Quino siempre tuvo su hijo predilecto en el ingenuo idealista Felipe, durante toda su vida.

En 1973, nueve años y mil 928 tiras después de su creación, Quino decidió que ya no dibujaría más a Mafalda, agotado por el propio personaje y por la tiranía de la entrega diaria al periódico. Y empezó entonces una creación más ambiciosa aún, con dibujos minuciosos, detallistas, igualmente brillantes, que mostraban a menudo la opresión de los poderosos y la mirada inteligente del pisoteado.

Sus libros se siguieron vendiendo por cientos de miles (por ejemplo, sus maravillosos Potentes, prepotentes e impotentes, Quinoterapia, Gente en su sitio, ¡Qué presente impresentable! o Yo no fui), pero compitiendo en la memoria colectiva con los de Mafalda y con los miles de llaveros, libretas, pegatinas, insignias y toallas que reproducen su imagen; y con el cariño que aquel personaje había desatado en millones de personas.

Mala salud

Durante la década de los noventa, Quino llegó a sufrir seis operaciones quirúrgicas en apenas 10 años. En 2006 dejó de dibujar regularmente. En 2019 estaba casi ciego.

La muerte en septiembre de 2017 de Alicia Colombo, su compañera eterna, su representante y delegada general para el mundo, un año mayor que él, coincidió con su etapa de más acentuado declive físico; dejó Buenos Aires en noviembre de ese año y regresó a su Mendoza natal; siempre atendido por familiares cercanos y amigos.

 

Mafalda no volvió

Pese a los ruegos, súplicas y jugosas propuestas que recibió para resucitar a Mafalda, siempre se negó a hacerlo (salvo para alguna causa social: de Unicef, de la Liga para la Salud Mundial, para una campaña de prevención ante el coronavirus…, y para explicar la Ley Orgánica del Derecho a la Educación, la LODE, por encargo del Gobierno socialista español en 1986). En otras muchas ocasiones, su creación fue utilizada rastreramente para ideas que él no compartía; por ejemplo, una campaña antiabortista en Argentina.

Poco después, en 1992, recibió en Madrid un gran homenaje, a cargo de la Sociedad del V Centenario del Descubrimiento, que consistía en la instalación de una carpa espectacular en cuyo interior se podía recorrer el colegio de Mafalda y sus amigos, ver las películas que protagonizó y observar a tamaño natural todos los muñecos ideados por Quino y construidos por Manolo Marín. No es de extrañar que, años después, todos esos personajes, olvidados en un almacén, perecieran en un incendio. Estaba marcado su destino. Manolo Marín era artista fallero.

Ese viaje lo vivió como una despedida de España y de los amigos que dejaba a este lado de su doble patria. De algunos ya se había despedido un año antes, porque no imaginaba que tendría que regresar.